Sí, soy genealogista

manos de personas de diferentes edades entrelazandosa

Y tú, ¿a qué te dedicas?

Soy genealogista.

Una pregunta tan fácil de responder y mi respuesta siempre causa diferentes reacciones en mis interlocutores:

– Hay quienes directamente no saben lo que es. No pasa nada, no todo el mundo tiene que saberlo. Yo desconozco muchos temas (sobre todo de física, me supera).

– Hay quienes han oído la palabra, pero la relacionan con el esoterismo. Pero no, no es el caso.

– Hay quienes sí saben qué es y te preguntan: «¿cómo lo haces?». Y yo aquí ya me vengo arriba porque me encantaría explicar con pelos y señales cómo es mi trabajo. Pero como tampoco es plan de dar el tostón a la primera de cambio, lo resumo en una palabra: investigando.

Según la RAE, un genealogista es aquella persona especialista en genealogía, es decir, en el estudio de la ascendencia y descendencia de personas o linajes.  Personalmente para mí es mucho más que eso. La definición que yo daría de genealogista es aquella persona que da voz a las historias olvidadas en el tiempo y a sus protagonistas. Y no es que me ponga sentimental, ni mucho menos, pero es la sensación que tengo cada vez que hago alguna investigación.

Recuerdo en especial un testamento de finales del siglo XVIII que me llamó la atención. Mientras ordenaba un legajo de documentos de una parroquia en particular, este testamento salió a la luz. Me sorprendió porque la letra parecía la de un cuaderno Rubio de los de antes (los viejóvenes sabrán de lo que hablo). Y lo leí. Era un señor, que después de haber sido repudiado por su familia debido al alcoholismo que sufría, legaba todos sus bienes a una hermandad de monjas que lo habían cuidado en sus últimos años de vida. Ya veis, los problemas se repiten en el tiempo. Pues en ese instante, mientras leía sus palabras, esa persona volvía a estar en cierta manera “viva”. Aunque no sabía quién era, me podía imaginar su rostro, su voz y su dolor.

Otro caso que recuerdo con emoción es cuando encontré los exámenes de bachillerato de mi abuelo. Tuve en mis manos las mismas hojas de papel que él escribió y tocó hace casi 100 años. Literalmente se me puso la piel de gallina. ¿No creéis que tiene un punto de extraordinario?

Husmear por los archivos para mí es un placer. Cada vez que veo todos esos documentos puedo entrever todas las historias que están ahí escondidas, esperando a que alguien las saque a la luz. Es como cuando uno ve un libro y se puede imaginar el relato que hay en su interior. 

¿Por qué creo que las personas tendríamos que tener más en cuenta la genealogía? Bueno, estamos aquí gracias a las decisiones, acertadas o no, de nuestros antepasados. Qué menos que tenerlos presente en cierta manera para agradecérselo. Como dicen, una persona no muere mientras se la recuerda.

En mi caso particular, estoy recopilando toda la información que voy encontrando de mi familia. En alguna rama he llegado a 1600, en otras no puedo retroceder más de 1870 porque no existe más documentación. Pero todo este trabajo que hago quedará en legado de mis hermanos, hijos y los que vengan después. Ojalá el día que yo falte alguien de ellos siga con mi trabajo y vaya pasando de generación en generación toda la información porque así, en cierta manera, seguiremos vivos.

Por este motivo abro este espacio. Si tú también sientes curiosidad por saber quienes te precedieron, cómo vivieron y cuál fue su vida, yo te puedo ayudar. ¿Aún no has empezado pero quieres ponerte a ello? Puedo darte los consejos para empezar con esta aventura. ¿Has empezado a investigar y te has quedado estancado? A lo mejor puedo darte alguna idea por dónde intentar seguir estirando del hilo. ¿No tienes tiempo y quieres que yo te haga esta investigación? Contáctame y hablamos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *